La Lectio Divina.
En el transcurrir de la
historia del ser humano se ha constatado, desde sus inicios, el deseo y la búsqueda permanente de Dios por medio de diversos
comportamientos religiosos, para encontrar el sentido a su existencia.
No basta con enviar a los fieles
a que lean la Biblia es necesario formarlos para que puedan entenderla y asimilarla en sus vidas, por eso, desde los primeros
siglos de la vida cristiana la Iglesia asumió como método para la formación de dicha oración lo que la cultura judaica había
realizado durante varios años para la meditación de la Palabra de Dios: la Lectio Divina o Lectura Divina.
El método de la Lectio Divina,
que se ha fortalecido y propagado a lo largo de la vida eclesial, está enmarcado por cuatro pasos fundametales: Lectio, Meditatio,
Oratio y Contemplatio.
1- Lectio: (Lectura)
Es el momento en que leemos y
releemos en espíritu de oración un texto de la Palabra de Dios lenta y atentamente, subrayando y revelando los puntos de apoyo
del texto: Las acciones, los personajes, los verbos, los ambientes, los símbolos, los destinatarios, el lugar, las palabras
claves.
El propósito de la lectura es
de hacernos permanecer en la Palabra y de hacer permanecer la Palabra en nosotros, «Si permanecéis en mi Palabra (Jn 8, 31)
y mis Palabras permanecen en vosotros (Jn 15, 7) seréis verdaderamente mis discípulos» (Jn 8, 31).
2- Meditatio: (Meditación)
En este segundo momento se reflexiona
sobre los valores permanentes del texto, es decir rumiar lo leído hasta descubrir el mensaje que encierra para mi hoy esa
palabra:
Es un diálogo entre lo que Dios
me dice en su Palabra y mi vida, actualizando las Sagradas Escrituras y convirtiéndolas en una revelación para mi. En definitiva,
es leer incansablemente el texto sagrado para admirarlo más y mejor, confiarlo a la memoria para no separarse más de El.
3- Oratio: (Oración)
Lentamente el creyente se ve involucrado
en los profundos sentimientos religiosos que el texto suscita o que Dios provoca en el interior. En este momento se produce
en el corazón de la persona un sentimiento de permanecer con Dios, junto con Él, con tranquilidad sin otro deseo que el de
escucharlo, de estar con El en silencio o de expresar la fe por medio de la súplica, la alabanza o la acción de gracias.
4- Contemplatio: (Contemplación)
Es la culminación de todo el camino.
La oración nos conduce poco a poco a un diálogo más íntimo con el Señor. En este encuentro profundo adquirimos una nueva visión
de Dios, del hombre, del mundo y encontramos qué es lo que Dios quiere de nosotros.
La reflexión cede el paso a la
adoración, al ofrecimiento de sí mismo, a la súplica de perdón. Si preparamos bien lo anterior alcanzaremos este momento.
En ella podemos experimentar el consuelo de Dios, la capacidad de discernir lo que viene de Dios.
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